Cuando decidí convertir ese largo no en un escueto sí cambié el rumbo de nuestra historia. El argumento principal se vio truncado por la decisión de uno de los protagonistas haciendo que la pluma trazara nuevas lineas sobre el papel, creando borrones de tinta ante la inesperada respuesta argumental. Y fue en uno de esos borrones en los que olvidé cómo volver a Nunca Jamás. No me di cuenta de mi olvido hasta mucho tiempo después, cuando ya era demasiado tarde. He intentado buscar el camino de vuelta muchas veces, pero sólo consigo encontrarme más perdida. Demasiadas cosas cambiaron en el transcurso de unos segundos, los que tomé para decir sí en vez del ya acostumbrado no.
Y ahora, sentada en el acantilado de siempre, espero que salga la luna y contemplo la estrella que nunca volveré a alcanzar, aquella segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.