martes, 7 de diciembre de 2010

Hoy ya son 66

Quiero pensar y luchar para que muy pronto sean 0.
Porque es posible y está en nuestras manos. 

lunes, 29 de noviembre de 2010

Calzoncillos, un balón y dos porterías.

29 de Noviembre. Hoy una nación se ha paralizado. Una mitad vestida de blanco, otra vestida de blaugrana. Todos frente a un televisor, en casa o en el bar, pero siempre mejor acompañados. Muchos desempolvarán una pequeña radio, aquel aparato que ahora sólo se saca para eventos especiales como el de hoy. Pipas y demás frutos secos acompañarán la jornada junto con botellines y litronas de cerveza. Todos, vestidos de uno u otro color, centrados durante 90 minutos en una pelota sin perder un solo momento la atención.

Hoy, 29 de Noviembre, hace exactamente dos meses que la misma nación se "movilizó" en una huelga general por sus derechos laborales y sociales. Una huelga de la que ya nadie se acuerda. Como no se acuerda de las miserias y catástrofes del mundo que sólo consiguen escandalizarla por unos segundos insignificantes.

Será cuestión de ponerse unos calzoncillos y correr tras un balón... quizás sea la única manera de llamar la atención sobre aquello que debería impactar al mundo y hacerlo reaccionar.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

En cierto banco...

Coches de todos los colores, marcas y modelos pasan a gran velocidad sin dejar tras de sí más que una capa de polución. En la acera gente de todas las edades y estaturas corren arriba y abajo llegando tarde a algún lugar. Y en aquel banco, descolorido por el paso del tiempo, sigue sentada una mujer. Nunca nadie repara en ella si no es para increparle que está en medio. Nunca nadie la ve llegar ni nunca nadie la ve marchar. Pero ella sigue allí. Día tras día. Tarde tras tarde. En su cara, ya arrugada, se dibuja una sonrisa cansada y sus ojos, aquellos ojos oscuros para quien quiera fijarse, desprenden tranquilidad. La paz y tranquilidad de quien ha vivido penas y alegrías. La luz de quien ha sobrevivido al paso de toda una vida.

Si alguien se acercara a ella y se sentara en aquel banco gozaría de su compañía y se empaparía de su sabiduría. Puede que nunca haya ido al colegio, que no sepa de matemáticas, de finanzas o de tecnología. Puede que no tenga una carrera universitaria pero es licenciada en la vida. Ha sido sastre, costurera, economista, psicóloga, jardinera, cocinera, limpiadora, profesora, educadora, camarera, enfermera, niñera... no en vano ha sido esposa,  madre y mujer en una sociedad patriarcal. Ha vivido muchos cambios y ha luchado por muchos de ellos. Ha visto cómo la sociedad cambiaba, a veces a mejor, a veces a peor. Ha visto cómo pequeñas ciudades de provincia se convertían en grandes e importantes núcleos urbanos, cómo las mujeres accedían a la educación y a la vida laboral con una progresiva idea y ejemplo de igualdad. Ha visto desaparecer los pequeños comercios sustituidos ahora por grandes superficies comerciales, igual que ha visto cómo han ido sustituyendo puestos de trabajo por máquinas inanimadas. Todo ello en pos del progreso y la modernidad. Pero ahora que por fin goza de tiempo para sentarse y observar todos esos cambios se da cuenta que persiguiendo el progreso la sociedad se ha olvidado de vivir.

Todo el mundo vive pendiente del reloj. Desde que suena el despertador por la mañana hasta que lo programamos para la mañana siguiente vamos corriendo a todos lados para no llegar tarde. Por eso ahora se sienta en ese banco sin esperar nada en especial. Porque para ella no hay nada mejor que poder disfrutar del tiempo, que al fin y al cabo es de lo que se compone la vida, compartiendo con quien quiera "perder" algo de su preciado tiempo el placer de respirar y contemplar la sociedad que hemos construido para poder soñar y luchar por un futuro mejor.

domingo, 24 de octubre de 2010

(...)

...Cuatrocientos sesenta y tres. Cuatrocientos sesenta y cuatro. Cuatrocientos sesenta y cinco. Cuatrocientos sesenta y seis. Cuatrocientos sesenta y siete. Cuatrocientos sesenta y ocho. [Llamas a la puerta]. Cuatrocientos sesenta y nueve. Cuatrocientos setenta. Cuatrocientos setenta y uno. Cuatrocientos setenta y dos. [Abres la puerta]. Cuatrocientos setenta y tres. Cuatrocientos setenta y cuatro. Cuatrocientos setenta y cinco. [Te tumbas a mi lado]. Cuatrocientos setenta y seis. Cuatrocientos setenta y siete. Cuatrocientos setenta y ocho. Cuatrocientos setenta y nueve. Cuatrocientos ochenta. Cuatrocientos ochenta y uno. Cuatrocientos ochenta y dos. Cuatrocientos ochenta y tres. Cuatrocientos ochenta y cuatro. Cuatrocientos ochenta y cinco. Cuatrocientos ochenta y seis. Cuatrocientos ochenta y siete. Cuatrocientos ochenta y ocho. Cuatrocientos ochenta y nueve. Cuatrocientos noventa. Cuatrocientos noventa y uno. Cuatrocientos noventa y dos...

-El plan era que te distrajeras. Intentar despejarte.
-Estaba a punto de llegar a quinientos. 
-Lo siento, no pretendía interrumpirte. 

Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. [Me coges la mano]. Siete. Ocho. Nueve. Diez. Once. Doce. Trece. Catorce. Quince. Dieciséis. Diecisiete. Dieciocho. Diecinueve. Veinte. Veintiuno. Veintidós. Veintitrés. Veinticuatro. Veinticinco. Veintiséis. Veintisiete. Veintiocho. Veintinueve. Treinta. Treinta y uno. Treinta y dos. Treinta y tres. Treinta y cuatro. Treinta y cinco. Treinta y seis...


domingo, 17 de octubre de 2010

jueves, 30 de septiembre de 2010

Perdida

No sé qué estoy haciendo. Ya no sé si tiene algún sentido algo de lo que hago, digo o pienso. Todo parece haberse dado la vuelta mientras yo dormía y ahora nada tiene sentido. He intentado mantener la calma. Aclimatarme y dejar pasar el tiempo a la espera de poder encontrar algún resquicio de normalidad. Las calles por las que he paseado tantas veces, los lugares que tantas veces me han tranquilizado, los rincones que tantas sonrisas me han robado... todo me resulta ajeno.
Quizás no sea el mundo el que se ha dado la vuelta. Quizás sea yo la que está al revés. Puede que sea el momento de buscar mi lugar. Y quién sabe, puede que haya llegado el momento de buscar ese punto medio que nunca he sabido (o no he querido) encontrar.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Porqué querer no es suficiente.

Hacemos daño incluso a aquellas personas a las que queremos. Llega un momento en el que si sólo queremos a una persona aquello que nos ha hecho o nos está haciendo daño pesa más que quererla. Por eso querer no (me) basta. Es necesario que exista complicidad, confianza, paciencia, locura, comprensión, ilusión... y cuando todo eso se pierde no basta con querer a esa persona. Ojalá fuera suficiente. Quizás si fuera capaz de creer en aquello a lo que llaman "amor" con querer (me) bastaría. Pero para mí no existe y querer(te) ya no es suficiente.

http://www.youtube.com/watch?v=Uhu3ceGqqCw

domingo, 19 de septiembre de 2010

Lluvia

La habitación se ilumina con la luz del relámpago y reverbera en sus paredes el sonido del trueno. Al poco rato ahí está, no se hace rogar, el suave pero firme repiqueteo de la lluvia. Abro la ventana y dejo entrar el frío viento, el olor a tierra mojada. Respiro apoyada en el alféizar y dejo que la lluvia moje mis manos, mis brazos, mi cara, mi pelo... respiro y permito que la lluvia me empape mientras dejo volar los recuerdos y la imaginación. La serie de truenos y relámpagos sigue sonando a lo lejos iluminando el cielo nublado. Esta noche no hay ni luna ni estrellas, sólo una tormenta y mil sentimientos.

martes, 29 de junio de 2010

¿Civilización?

De vuelta a la civilización (o así se hace llamar) después de montar tiendas, respirar aire libre de polución, dormir bajo las estrellas y reír a carcajadas. Así debería ser la civilización, feliz.

jueves, 3 de junio de 2010

Felicidad

Porque a pesar de todo ha merecido la pena.
Cuatro años para llegar a hoy...
Gracias a todos los que habéis hecho que sea posible =D


[[Avui només volia contar-t'ho a tu]]

jueves, 27 de mayo de 2010

Pablo Moro

Lo descubrí sentada en lo que a quien quisiera mirar le parecería un escalón cualquiera (y lo hice junto a ti). Con cada acorde, con cada canción, con cada recuerdo... me ha acompañado durante los últimos años, los mismos que llevo aquí... Letras que ya son clásicos para mi, las mismas que aun hoy consiguen emocionarme... y otras que pronto lo serán y que me emocionan igual. Una voz que se crece en directo.

http://www.youtube.com/watch?v=iuaXqXZDWqk (Hoy no podía fallar... aunque no haya sido en directo)

jueves, 13 de mayo de 2010

Sin sentido

Llega y tengo miedo.
Pensé que cuando llegara el momento estarías aquí para darme la mano.
Para hacer que todo fuera más fácil.
Para que no tuviera que enfrentarme a ello sola.
Pero llega y tu no estás.
Y tengo miedo.
Miedo de que no llegues a tiempo para verlo.
Miedo de tener que seguir sola.
Miedo de tener miedo y no hacerlo.
Miedo de no poder mirar atrás y perderte para siempre.
Me siento y espero a que llegues.
No sé si ya estás en camino.
No sé si sabes que llevo esperándote desde hace tiempo.
No sé si vas a llegar a tiempo.
Tiempo.
No recuerdo la última vez que me acordé del tiempo.
Tampoco recuerdo el tiempo que llevo aquí.
Y te espero.
Te espero porque tengo miedo.
Porque no quiero perderme sin haberte dicho cuánto te quiero.
Espero.
Y la espera me desespera.
Intento encontrarte.
Llamarte a gritos si hace falta.
Necesito que llegues a tiempo.
Pero no llegas.
Debo hacerlo.
Al menos te debo eso.
Te lo debo.
Por todas las veces que me has dado la mano.
Por las carcajadas.
Por los silencios.
Por las caricias.
Por los abrazos.
Por el tiempo.
Atrás quedó todo aquello.
Y a mi se me acaba el tiempo.
Ven.
Aun estás a tiempo.
Pero no llegas.
Y yo no puedo esperar más.
Te lo dejo escrito.
Lo escribo y lo guardo donde siempre.
Así podrás encontrarlo.
Ven a buscarlo.
Y si quieres después ven a buscarme a mi.
Prometo tener mil aventuras que contarte.
Prometo no olvidarte.
Lo prometo.
Se acaba el tiempo.
Llega el momento.
Miro atrás y espero encontrarte.
No puedo esperar más.
No sé cuándo tendré otra oportunidad.
No sé si habrá otra oportunidad.
Debo hacerlo.
Ojalá llegues a tiempo...

martes, 11 de mayo de 2010

Porque vale la pena recordarlo

Porque arrugo la nariz cuando me enfado.
Porque hablo estando dormida.
Porque nunca dejo un libro a medias, aunque sólo un buen libro puede hacer que me abstraiga del mundo durante horas o incluso días.
Porque mi piel se pone roja con el más mínimo rayo de sol.
Porque me mareo en el coche.
Porque adoro una buena conversación acompañada de café.
Porque estudio en la biblioteca.
Porque cuando empiezo no puedo parar de reír.
Porque no me importa madrugar.
Porque nunca he encontrado mi punto medio pero tampoco tengo intención de buscarlo.
Porque siempre he querido ir a esa segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer y sé que algún día lo haré.
Porque...

Porque de vez en cuando no viene mal que me recuerdes alguno de esos pequeños detalles que hacen que sea yo... ;)


miércoles, 14 de abril de 2010

Empequeñeciendo

Tan pequeña se había vuelto que podías encontrarla dentro de una cajita, la misma en la que tiempo atrás había conseguido guardar el miedo que ahora campaba a sus anchas. Una cajita tan pequeña que impedía sentir nada, pues nada más cabía en ella. No había espacio para las lágrimas y tampoco para la risa. No había manera posible de acceder a ella. El miedo se encargaba de ello, pues si algo o alguien lograba encontrar la cajita podrían volver a encerrarlo a él... por eso la escondía con tanto afán, disimulando e intentando no dar ningún paso en falso. No quería volver a ser encerrado, mejor que fuera ella la que se quedara ahí dentro. De todos modos nadie se había dado cuenta, era un experto en controlar la situación. Y mientras tanto ella seguía en ese minúsculo espacio. Se resistió al principio... hasta que decidió que no valía la pena el esfuerzo y se dejó vencer. Fue entonces cuando se hizo tan pequeñita como para que el miedo la pudiera encerrar. Ella misma construyó la cajita, fue ella quien decidió que fuera así de pequeña, así que ahora no se podía quejar. Podría haber seguido luchando, defenderse y hacerse fuerte. Podría haber vencido al miedo como tiempo atrás. Pero está vez se resignó. Quizás estaba cansada de luchar. Quizás no supo como seguir. Quizás necesitaba escapar de la realidad. Y quizás, sólo quizás, algún día pueda salir y volver a luchar.

viernes, 19 de marzo de 2010

Vacío

El despertador hace un rato que dejó de sonar. No me he molestado en apagarlo, sólo he dejado que sonara una y otra vez hasta que se ha cansado o se le han acabado las pilas, no lo sé. Por la ventana se cuelan haces de luz entre la persiana a medio bajar dibujando extrañas sombras en la pared. Alguien ha aporreado la puerta unas cuantas veces, imagino que por culpa del despertador, pero nadie ha contestado y al final ha dejado de insistir. Tumbada boca arriba, con la almohada en los pies, sigo sin poder dormir. Siento los músculos agarrotados después de tantas horas sin cambiar de posición. Ni siquiera me molesté en ponerme el pijama. Por suerte dejé el móvil en silencio descansando en algún bolsillo de alguna chaqueta. Quizás hayas dejado algún mensaje en el contestador, aunque nunca te gustó hablar con él. Cierro los ojos e intento pensar en algo. Normalmente es al contrario, me cuesta dejar la mente en blanco. Pero hoy no hay nada. Sólo vacío. Quizás es que por fin me he cansado de pensar siempre en lo mismo, de dar vueltas una y otra vez a aquello que no tiene solución. Cansancio. Los párpados me pesan y me piden a gritos unas horas de sueño. Las lágrimas se secaron hace tiempo dejando regueros salados en mis mejillas seguro sonrojadas. El ruido de la calle llega distorsionado tras las horas de silencio nocturno. Los coches pasan a cierta velocidad bajo la ventana. Los comercios empiezan a recibir a sus primeros clientes, incluso se puede escuchar el ruido de la taladradora que está arreglando algún desperfecto calle arriba. Y aún así no es más que un ruido de fondo, como si todo estuviera pasado a kilómetros de distancia. Necesito dormir. Intentar descansar. Mañana ya me preocuparé de aquello que he desatendido hoy.