domingo, 6 de diciembre de 2009

Cuando el no se convirtió en sí...

Me preguntaste cuándo dejé de creer en Peter Pan... fue cuando el no se convirtió en sí. Desde ese momento Peter se quedó en Nunca Jamás y ya no he podido encontrar el camino de vuelta. No creas que te estoy culpando, sólo respondo a tu pregunta. Fui yo la que decidió convertir aquel no en un sí, fui yo la que decidió no hacer caso a la razón, la que ignoró aquella voz que no paraba de repetir "no lo hagas"... pero lo hice, desobedecí la única norma que me había impuesto y decidí saltar al vacío. Y ahora, cuando la tormenta parece que ha pasado y que el mar está en calma, intento encontrar el camino de vuelta... aunque algo me dice que no lo lograré.
Cuando decidí convertir ese largo no en un escueto sí cambié el rumbo de nuestra historia. El argumento principal se vio truncado por la decisión de uno de los protagonistas haciendo que la pluma trazara nuevas lineas sobre el papel, creando borrones de tinta ante la inesperada respuesta argumental. Y fue en uno de esos borrones en los que olvidé cómo volver a Nunca Jamás. No me di cuenta de mi olvido hasta mucho tiempo después, cuando ya era demasiado tarde. He intentado buscar el camino de vuelta muchas veces, pero sólo consigo encontrarme más perdida. Demasiadas cosas cambiaron en el transcurso de unos segundos, los que tomé para decir sí en vez del ya acostumbrado no.
Y ahora, sentada en el acantilado de siempre, espero que salga la luna y contemplo la estrella que nunca volveré a alcanzar, aquella segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Gritar

Gritar al viento y a la nada todo aquello que nunca me permito decir.
Gritar hasta que no quede nada por lo que protestar.
Gritar al vacío y saber que me estás escuchando.
Gritar por nada.
Gritar por todo.
Gritar todo lo que llevo dentro.
Gritar hasta quedarme sin aliento.
Gritar hasta que las olas se lleven los malos momentos.
Gritar de alegría.
Gritar de pena.
Gritar y dejar que me grite el eco...

viernes, 23 de octubre de 2009

Pintura de color

Tirada en la acera de ninguna ciudad veía la vida pasar sin color. La lluvia apenas mojaba y las farolas solo iluminaban aquello que pasaba por debajo. Decidida a perderse deambuló de un lado a otra en busca de alguna pintura de color, pero nunca la encontró. Y ahora que vieja y cansada se queda sentada se da cuenta que la pintura siempre estuvo donde se negó a mirar y aunque sea lo último que haga se pone a pintar llenando la acera de los paisajes que ha recorrido en busca de aquello que ya tenía.

lunes, 16 de febrero de 2009

Saltar

Me despojaste de todas mis armas, poco a poco, casi con delicadeza y ahora me encuentro con tu espada al frente y un acantilado cubriéndome la retaguardia. No tengo miedo de saltar al vacío. Tampoco te tengo miedo a ti ni a tu espada. Lo que me aterra es sentirme acorralada. Si salto saltarás conmigo y si me quedo será la espada la que caiga al vacío. De uno u otro modo la lucha a terminado y mis argumentos han sido derrotados.

Ahora debo enfrentarme a la realidad como aquella niña a la que te empeñas en no olvidar. Volverá la ilusión y llenará los huecos que ha dejado libre la razón. Mis labios se desentumecerán y sonreirán. Volverá el viento a contar con el sonido de mi risa y mis ojos olvidarán cómo llorar. Pero hay algo que debes saber. Esta vez no habrá vuelta atrás. El orgullo que me salvó una vez ya no volverá. He agotado mis recursos en una guerra absurda que pensé me haría más fuerte y que me ha dejado sin nada. No seré capaz de recorrer de nuevo el camino hasta la cima de la montaña ni tampoco me quedarán fuerzas para huir intentando salvar el dolor con la distancia.

Debes entender que llegados a este punto saltar al vacío sería lo más fácil... pero coger el camino fácil es lo que me ha llevado hasta aquí y por una vez he aprendido la lección. Me quedo, asumiendo todo lo que esta decisión conlleva. Dejaré de luchar y encajaré los golpes que vendrán lo mejor que pueda. Dejaré de huir y miraré atrás por primera vez en mucho tiempo. Olvidaré todo aquello que me empujó a seguir este camino y empezaré a trazar uno nuevo.

Ha llegado el momento de asumir los hechos, aunque saltar al vacío es algo que podré hacer en cualquier momento...

domingo, 8 de febrero de 2009

Carta a un desconocido

Y si te digo "te quiero" ¿cambiaría algo? ¿Sería más azul el cielo o más frío el mar? ¿Dejaría acaso de pensar en lo que pude haber hecho y me centraría en seguir adelante?
"Te quiero" no son más que dos palabras en las que imbuimos ciertos sentimientos, pero con sentimientos o sin ellos en el fondo no son más que un par de letras que al final acabarán en el olvido como tantas otras que ya las han precedido. Si tan importante es para ti te las recitaré una y otra vez hasta que te canses de oírlas, pero no me pidas que crea en ellas porque sé que acabarán guardadas y olvidadas en algún cajón y creo que merecemos algo mejor.
Deja que te cuente cómo estuve horas delante del espejo peinándome y cambiándome una y otra vez de ropa la primera vez que fuimos al cine. Y todo para acabar con una coleta, unas deportivas y unos vaqueros. O lo nerviosa que me ponía cuando llegabas tarde hasta que asumí que simplemente la puntualidad no era lo tuyo. Deja que te cuente lo feliz que me hacía que me dedicaras una sonrisa y lo que significaba para mi que respetases mi silencio... Hay cientos de momentos que atesoro en mi memoria y que me hacen sonreír cuando los recuerdo. Y son esos recuerdos los que me hacen levantarme y seguir adelante cuando creo que no puedo más. Saber que vale la pena luchar para poder atesorar muchos más de esos momentos, contemplar el presente y ansiar el futuro sin olvidar el pasado. Porque quiero seguir atesorando momentos que me hagan reír cuando la tristeza haga acto de presencia o la melancolía me acompañe.
Si para ti es tan importante que te diga "te quiero" como lo es para mi seguir contando contigo prometo no olvidarme nunca de despedirme con esas palabras. Ya sea en persona, por teléfono o por carta. Y si alguna vez me despisto y no te lo digo espero sepas perdonar mi olvido.

Te quiero

domingo, 11 de enero de 2009

Pinceladas de color

Una y otra vez acudes a buscarme. En cuanto bajo un poco la guardia te cuelas en mi mente y la llenas de pinceladas de color. Un poco de azul por aquí, algo de rojo por allá, un poco más de amarillo por ese lado... los recuerdos adquieren consistencia y cuando quiero darme cuenta llevo un buen rato en las nubes cuando debería haber estado estudiando. Sacudo los recuerdos y vuelvo a mi lienzo en blanco, centrada en lo que debo estar. Pero antes de que pueda darme cuenta vuelves otra vez a la carga. No todos los recuerdos son bonitos, de pronto cae alguna pincelada negra que intentas enmascarar rodeándola de vivos colores que llamen mi atención, pero la sombra de esa pincelada estropea todo el cuadro. Quizá no sea más que una salpicadura en medio de un océano de colores pero cuanto más la contemplo más grande se hace, engullendo todo lo que encuentra a su alrededor hasta encontrarme frente a un gran agujero negro lleno de lagunas. Es entonces cuando me estremezco y vuelvo, no sin esfuerzo, a centrarme en el lienzo en blanco. Alzo mis defensas y consigo concentrarme en la tarea que tengo por delante. Las incansables manecillas del reloj me recuerdan lo tarde que es y todo lo que aun me queda por hacer. Como respuesta los párpados empiezan a pesar más de la cuenta y mi mano se dirige a la taza de café mientras mi estómago ruge como protesta a la ingesta de más cafeína. Apareces de nuevo, como si estuvieras presente en cada uno de mis recuerdos o como si todo aquello que me rodea me trajera algún recuerdo del que invariablemente formas parte. Esta vez tienes cuidado de no dejar caer ninguna gota negra ni de mezclar incorrectamente los colores. Todo tiene un orden dentro del desorden del laberinto cavernoso que es mi cabeza. Me tiendes la mano y esta vez soy yo la que empieza a dar unas pinceladas aquí y allí retocando tal o cuál recuerdo hasta que un punto de luz eclipsa cualquier color y despierto para comprobar que ya es de día y que mi taza está vacía. Mientras preparo más café me sonrío a mi misma a sabiendas que ahora me resultará más fácil mantener el lienzo en blanco.

viernes, 9 de enero de 2009

Creer

Está cerca. El día en que descubrimos que nos hemos hecho mayores nos acecha desde la esquina más próxima y aunque intentamos escapar sabemos que pronto nos alcanzará. Unas calles atrás en el recorrido de la vida nos separamos intentando alcanzar nuestros propios sueños, creyendo aun que era posible volar hasta ellos.
Ahora descubro que para volar se necesitan alas y que para soñar se necesita ilusión. Se aproxima el día en el que dejaré de creer en Peter Pan, aquel en el que las manecillas del reloj empezarán a girar al revés, sumando días en vez de dejarlos atrás. Un día como otro cualquiera para el mundo que me rodea, quizás cansado ya de vivir continuos cambios de humor. Me imagino como una gota en blanco y negro sobre un fondo lleno de color, intentando volver a creer en aquello que mi mente rechaza como algo propio de niños.
Si sé que va a llegar ese día ¿no sería más sencillo dejar de correr y dejar que simplemente me alcanzara la desolación de un mundo sin color?
Aquellos días en los que aventurábamos las maravillas que haríamos al ser mayores quedaron atrás hace tanto tiempo que me pregunto si no será que ya soy mayor y sólo me empeño en seguir negándolo porque no he cumplido con nada de lo soñado esos días. No he sido una doncella en apuros, ni una intrépida aventurera, no he viajado al confín del mundo y tampoco he surcado el espacio dentro de una nave espacial...
Aun así no me veo capaz de dejarlo todo atrás, sigo creyendo en Peter Pan y soñando con ser un niño perdido en la isla de Nunca Jamás, sigo viendo una nave espacial en una caja de cartón, sigo queriendo tocar la luna, bucear al lado de tiburones y ballenas y recorrer el mundo a lomos de un dragón. Quizás sea cuestión de creer que lo que se esconde a la vuelta de la esquina es la ilusión.