sábado, 19 de abril de 2008

Buenas noches

Llaman a la puerta. Pero se está tan bien aquí, acurrucada en la cama, envuelta en el edredón y rodeada de almohadas y peluches. Fuera está lloviendo. La mañana ha despertado con un manto gris. En la calle la única gota de color son los diversos paraguas que pasan corriendo y que esconden caras largas de aquellos que han despertado entre lluvia y no se han podido quedar en la cama. Vuelven a llamar. No quiero abrir. No me quiero mover. Por un instante el tiempo se ha parado en mi habitación. No quiero volver al tic tac del reloj. Llaman. ¡Qué impaciencia! La lluvia suele hacer que la gente esté de mal humor. Todo son prisas y malas caras en un día lluvioso. Yo no quiero estar mal lo que queda de día. No. Me quedaré en la cama. No abriré. No saldré de mi escondite en todo el día. Pueden llamar todo lo que quieran. No me molestarán. Vuelvo a arrebujarme en la cama. Se está tan bien. Han dejado de llamar. Ya volverán. Y si no vuelven será que no era importante. Ha sido una buena decisión no moverme de la cama. El despertador descansa en un cajón. Se quedará allí hasta mañana. Hoy el tiempo no importa. Nada importa. Es entonces cuando acudes a buscarme entre sueños. No hace tanto tiempo, en un día como hoy, tu estabas a mi lado, en la cama. Sin nada mejor que hacer que quedarnos allí hasta que saliera de nuevo el sol. Muchos de los peluches que me rodean fueron regalos tuyos. No tenía porque ser un día especial, ni ninguna celebración. Simplemente llegabas a casa con algún detalle y una gran sonrisa. Pero hoy no. Hoy no voy a pensar en nada. Solo voy a disfrutar de la tranquilidad de estar en casa. Sin nada que hacer. Sin ninguna preocupación. Para eso ya está el mañana. Mañana me ocuparé de lo que quede por hacer. Contestaré al teléfono, abriré la puerta, aguantaré las caras largas y agradeceré las sonrisas. Pero hoy voy a desaparecer. Y solo dejaré que me encuentre el sol. Bona nit.

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